Me comentaron de una persona que haciendo timelapses ya tuvo que ir varias veces a que le cambiasen el espejo de la cámara, pero desde luego, si el resultado es este, merece la pena.
Este es año escaso para mí en cuanto a series. El año pasado se terminaron o cancelaron bastantes de las que seguía, y alguna de ellas las he dejado de ver por iniciativa propia (¿alguien sigue viendo Caprica?), así que este año toca comenzar a ver cualquier cosa que sea mínimamente comentada en otros blogs u twitter (tal vez esto sea un error por mi parte). Una de ellas es The Event, acaba de comenzar y ya estoy deseando que la cancelen, sencillamente por qué así no tengo que hacer yo el esfuerzo de dejar de verla (tengo un aguante viendo series con falsa promesa de «por si algún día mejoran» que debería intentar corregir). A partir de aquí vienen un montón de spoilers.
El principal problema de The Event es que realmente quedaría bien como una película de sábado por la tarde. Esas películas del montón que nadie se acuerda. Por qué al igual que el caso de Flashback tiene toda la pinta de que es una idea que da para una película de 2 horas sobreestirada.
Tenemos a nuestro héroe, un don nadie al que poco a poco le van apareciendo poderes especiales para explicar lo que hace. El pobre don nadie ha pasado a ser super hacker informático en 3 capítulos, desde luego los malos mira que tuvieron mala suerte en escoger al piloto. Después tenemos a la chica que hay que rescatar. Siempre que salen escenas de ella, me pregunto, ¿y si la matan de una vez y dejamos de tener que ver lo malos que son los malos? ¿No llegaba con que hubiesen matado a la madre para que quedase claro que son malos? Por qué lo de intentar matar al presidente de los Estados Unidos ya es un cliché entre malos. Pero claro, si nos quedamos sin rubia, el único que motivo que tendría el héroe ya sería el de la venganza, y no queda tan bonito.
Después tenemos a los aliens/seres del futuro/visitantes de otra dimensión/homo sapiens evolucionados. Son la hostia, ¡Pueden teletranspotar un avión y vivir muchos años! Claro, después de teletransportar el avión, que sucede en el primer capítulo, te empiezas hacer preguntas, ¿Con esa tecnología no debería ser muy difícil rescatar a sus colegas prisioneros por el ejercito? ¿No? Pero claro, así la serie da para poco (bueno, no habría serie, pero eso son detalles). Además, con lo guay que empezaría la serie matando al presidente de Estados Unidos o destruyendo el avión con los cazas, pero eso a lo mejor no era muy políticamente correcto para Hollywood.
Y mejor ya no hablo de lo supersosos que son todos los protagonistas…
Mi primera y única referencia a la novela The Magicians vino del blog Boing Boing, donde la ponían como una novela, que una vez empezabas a leerla, no podías parar hasta terminarla. La verdad, es que al principio, aunque interesante, llega a un punto en que la historia pierde su hilo inicial y se convierte en aburrida.
The Magicians presenta la historia de Quentin Coldwater, un joven a punto de empezar su vida universitaria. Un joven inadaptado que vive con la ilusión de que las historias narradas en una saga de fantasía llamada Fillory se haga realidad (la saga narra un mundo muy parecido al narrado en las novelas de la saga de Nardia). Obviamente, su deseo se cumple, y acaba enrolándose en Brakebills, una academia donde jóvenes estudiantes aprenden magia (algo así como el Hogwarts de Harry Potter pero con adolescentes hormonados). Y es en este punto cuando la historia se pierde en sí misma.
Todas las experiencias de Quentin y sus colegas en Brakebills es de lo más aburrido. Son una serie de sucesos inconexos que algunos de ellos cobraran relevancia al final de la historia, pero básicamente te valen para llegar a la conclusión que Quentin y sus amigos no son más que un grupo de adolescentes que sabe hacer algún que otro truco de magia, pero que poco se diferencian de los miles de adolescentes del mundo. Tal vez el fallo, es que los personajes que el autor crea son tan apáticos, que poco te importa lo que pase con ellos.
Amazon Best of the Month, August 2009: Mixing the magic of beloved children’s fantasy classics (from Narnia and Oz to Harry Potter and Earthsea) with the sex, excess, angst, and anticlimax of life in college and beyond, Lev Grossman’s Magicians reimagines modern-day fantasy for grownups. Quentin Coldwater lives in a state of perpetual melancholy, privately obsessed with his childhood books about the enchanted land of Fillory. When he’s admitted to the surreptitious Brakebills Academy for an education in magic, Quentin finds mastering spells is tedious (and love is even more fraught). He also discovers his power has thrilling potential–though it’s unclear what he should do with it once he’s moved with his new magician cohorts to New York City. Then they discover the magical land of Fillory is real and launch an expedition to use their powers to set things right in the kingdom–which, naturally, turns out to be a much murkier proposition than expected. The Magicians breathes life into a cast of characters you want to know–if the people you want to know are charismatic, brilliant, complex, flawed magicians–and does what Quentin claims books never really manage to do: «get you out, really out, of where you were and into somewhere better. » Or if not better, at least a heck of a lot more interesting. –Mari Malcolm
La compra del iPad ha cambiado por completo mis hábitos de lectura, casi de forma irreversible. Sí bien es cierto que sigo disfrutando la lectura del libro en papel, con su tacto y olor que un dispositivo electrónico como el iPad no se puede tener, la versatilidad de los libros electrónicos hacen que ni eso eche de menos.
Por el título de la entrada queda más o menos claro que mi aplicación estrella de lectura de libros electrónicos es la Kindle de Amazon. El motivo básico es que me permite sincronización de forma instantánea entre todos mis dispositivos electrónicos. Si leo un pedazo de un libro en el iPad, cuando abra ese mismo libro en mi Motorola Milestone, será desde el mismo punto donde dejé de leer en el iPad. Lo mismo se aplica si abro el libro desde mi Mac.
Por otro lado, yo era bastante reticente a escribir en los libros. Como mucho los llenaba de post-its de colores para marcar las cosas que me parecían interesantes o dejar alguna nota. Pero yo soy de esos que todavía ven los libros de papel como algo sagrado que no se debe manchar ni escribir en él, aunque curiosamente no me molestan que lo hagan otros. Con los libros electrónicos la cosa cambia, subrayo todo lo que me parece interesante, escribo notas sobre lo que escribe el autor del mismo, y puedo seguir marcando las páginas como antes.
Pero subrayar y escribir notas en un libro no es lo todo. En un solo dispositivo electrónico puedo llevar todos los libros que me de la gana. Personalmente para mí esto es una gran ventaja. Yo suelo saltar mucho de libro en libro mientras leo, ahora mismo debo tener más de 10 libros empezados. En formato electrónico, los puedo llevar todos, sin que ello implique que me tenga que llevar a cuestas una mochila con varios kilos en libros.
Y la última y más importante ventaja es la de matar momentos muertos. El teléfono móvil suele ser algo que llevo encima a todas partes (ya os veo pensando los chistes fáciles a partir de esta frase), esos momentos en los que simplemente tienes que esperar: la cola del super, en la cafetería a que llegue el resto de la gente, … sacas el móvil y avanzas unas cuantas páginas en el libro (curiosamente tengo amigos que años atrás me mostraban como leían libros en la PDA y a mí no me acababa de convencer). Cuando llegues a casa, puedes seguir leyendo en el iPad u otro dispositivo desde el mismo punto donde lo dejaste en el móvil.
Kindle es mi aplicación de preferencia por la sincronización que ofrece de forma transparente entre dispositivos, los dispositivos que yo uso, a parte del mejor catálogo de libros de cualquier tienda a nivel mundial. Sin embargo, en la vida hay otros formatos y para esos empleo otras aplicaciones que ya detallaré en otras entradas.
Nota: Sí, el fondo en ocre es mi color favorito para leer, lo encuentro que es el que tiene mejor contraste en cualquier situación de iluminación (blanco o negro de fondo pueden tener mejor contraste de forma puntual, pero con ese ocre no tengo que andar cambiando la configuración cada dos por tres). Por otro lado, las capturas de pantalla no están a escala.
Me ha parecido un reportaje bastante completo (sobretodo para durar solamente 50 minutos), un rápido recorrido a la vida de Jobs y de paso de Apple. Obviamente, teniendo en cuenta la relación de Jobs con la prensa, él no aparece en el vídeo, pero sí incluye entrevistas tanto a periodistas y escritores relacionados con la vida de Apple, así como ex-empleados de la compañía, o a gente como John Sculley o Steve Wozniak.
LLevaba ya algún tiempo pensando en comprar algún libro que narrase algo de la historia de Steve Jobs entre que lo forzaron a marcharse de Apple y hasta que volvió a dicha compañía. Más que en Jobs, tenía curiosidad por la historia de NeXT, así que terminé comprando este libro: The Second Coming of Steve Jobs. Al final más que la historia de NeXT, lo que me encantó del libro fue la historia de Pixar, algo que seguramente habéis podido apreciar la semana pasada en este blog. ¿Por qué no tanto la historia de NeXT? Bueno, tal vez en parte fuese culpa mía, yo ya sabía el final de esa empresa (vale, el de Pixar también, pero no sabía que el camino hasta allí había sido realmente tan rocambolesco), aunque el propio autor, también va dejando claro desde el principio los errores de diseño de la máquina que la llevarían al fracaso.
El autor centra casi todo el libro en describir a Steve Jobs como una persona que mejor no tener nunca ni como amigo ni como jefe. Lo presenta como una persona manipuladora, capaz de conseguir cualquier cosa de alguien, al mismo tiempo que lo tilda de implacable con aquellas personas que él considera que lo han traicionado a lo largo de su vida. Hace esto de forma intencionada, para ya llegando al final de la historia, dar un cambio e intentar explicar el porqué del comportamiento de Jobs, tal vez intentando justificar las acciones de una persona que en el fondo el propio autor admira.
Durante toda la lectura lo que uno se pregunta es como estas empresas consiguen desarrollar siquiera un producto, parece increíble que se saque algo productivo de todo esto después de todos los obstáculos que se van encontrando por el camino, sobretodo si nos paramos a mirar en un principio la idea original de un producto y lo que al final sale al mercado. De esta vez, también hay que añadirle por encima las manías de perfeccionismo hasta el más mínimo detalle de Steve Jobs, manías que llevaron a NeXT a la bancarrota, pero las mismas que hicieron que Apple sobreviviese a finales de los noventa a lo que era una quiebra casi segura.
De la contraportada
A revealing, balanced portrait of Apple Computers CEO and founder Steven Jobs, this fast-paced business biography is based on interviews with nearly 100 of his associates and friends. One glaring absence, however, is Jobs himself, who apparently declined to be interviewed by Deutschman, a Vanity Fair contributing editor and staff writer at GQ. Still, Deutschman provides a juicy, privileged look inside the Apple core. He reports that Jobs’s recent resuscitation of Apple, to which the visionary entrepreneur returned in 1996 after being ousted by John Sculley a decade earlier, was accomplished through a «reign of terror» that shook up thousands of complacent employees. Like other commentators, Deutschman portrays Jobs as both engaging and troubling, a natural charmer who is also an abusive, egomaniacal boss fond of meting out public humiliations. But Deutschman goes further, replacing the image of the pop-culture icon with a complex, contradictory figureAan insecure elitist who yearns for the patronage of the masses, a narcissistic vegetarian billionaire who thrives on scarcity and adversity. Among the book’s revelations are details of Jobs’s bulimia-like eating disorders in the 1970s; his reconnection in the ’80s with his long-lost biological sister, novelist Mona Simpson (Jobs was given up for adoption at birth); and his explosive negotiations with Disney honchos Michael Eisner and Jeffrey Katzenberg, who produced the hits A Bug’s Life and Toy Story with Pixar, Jobs’s animation film studio. Though this gossipy bio has a slick magazine feel, Deutschman gets closer to Jobs’s inner self than any previous attempt. Agent, Suzanne Gluck, ICM. (Sept.)
Justo después de publicar la entrada de Angry Birds me acabo de dar cuenta, ¡Hoy es el cumpleaños de mi blog! El retoño tiene ni más ni memos que 6 añitos, lo cual no está mal para un blog que habla de nada y todo a la vez. La verdad es que en este último año casi lo mato, ahora que estoy en el paro y tengo algo más de tiempo para él, parece que va saliendo de la UCI poco a poco (si os fijáis, este mes tiene ya más entradas que cualquier otro mes de este año). ¡A ver hasta cuando me duran las ganas de escribir!
Yo soy una persona que a juegos de ordenador juego poco. Es más, muchas veces aún me pregunto por qué me compré un Wii, o por qué no la vendí ya de segunda mano. Pero en todo dispositivo móvil que tengo siempre instalo algún que otro jueguecillo, algo estilo tetris o jewels, para matar esos multiples ratos muertos que te puedes encontrar a lo largo de un día, por muy bien que te organices. Mi última adicción es Angry Birds, que tengo comprado para mi iPad (el vídeo tiene spoilers!!!).
Como físico, siempre me encantó lo bien que funciona su movimiento parabólico, y no debo ser el único, la gente de Wired ha decidido hacer un análisis del mismo, estas son las conclusiones:
No hay rozamiento del aire.
La única fuerza que actúa sobre nuestros queridos y enfadados pajaritos es la gravedad.
Sí el pajarito rojo viviese en la tierra, sería un pajarito de 70 cm de alto, así que los pajaritos grandes deben ser esos de 500Kg del famoso chiste.
Por lo demás, saber todo esto no creo que te valga para conseguir superar más fases o estrellas… bueno, el vídeo de propaganda da bastantes pistas para esto último.
Durante la semana pasada se publicó en este blog una entrega diaria narrando al historia de Pixar. La escritura de esta historia fue un pequeño esfuerzo que subestimé, mi cálculo inicial era que la podría contar en 4 partes, pero esa maldita 4 parte acabaría dividiéndose en 3 partes más.
Al final, podría haber titulado cada una de las partes de la siguiente forma
Esta es la séptima parte de la historia de Pixar, para acceder a las anteriores entregas pinchar en los siguientes enlaces: 1ª parte, 2ª parte, 3ª parte, 4ª parte, 5ª parte y 6ª parte.
Steve Jobs quería tomar una papel más protagonista dentro de Pixar después de Toy Story. Su primera acción fue quitarle el título de presidente a Ed Catmull y ponérselo así mismo, lo cual no gustó mucho a los empleados, pero eso era algo que no le importaba a Steve. Sin embargo, y a pesar de, al mismo tiempo, introducir a una persona de su confianza las 24 horas allí, los empleados de Pixar solamente obedecían a una persona, John Lassater.
Lassater era un lider carismático que inspiraba a la gente. Los empleados de Pixar respondían ante él, y consideraban las intromisiones de Steve Jobs como un mal menor que tenían que soportar. Tal fue el punto, que durante el diseño de la construcción del nuevo edificio de Pixar, Steve Jobs llegó a decir en una reunión que al menos, en detalles pequeños del mismo, le podían dejar decidir a él.
Sin embargo, en el plan económico de la compañía, Steve Jobs si que iba a marcar su diferencia. A pesar del contrato con Disney, la deuda de Pixar era de 47 millones de dólares. En 1994, Jobs intentaría vender Pixar a Microsoft, pero el acuerdo no llegó a producirse (en su lugar, Microsoft compró Altamira Software, la compañía que había creado Alvy). Como la venta no era posible, Jobs decide que la única opción es sacar la compañía a bolsa. Un suicidio según los analistas financieros, si una compañía no da beneficios no se saca a bolsa (estos aún no habían oído hablar de la burbuja de las punto com).
Pero para sacar la compañía a bolsa había un problema, el acuerdo de 3 películas con Disney forzaba a que John Lassater, Ed Catmull, Ralph Guggenheim y Bill Reeves siguiesen en la compañía durante su producción y cobrasen según los beneficios de Pixar (Disney quería asegurarse que el talento creativo de la compañía no se marchase de la misma antes de terminar las 3 películas). Nadie iba a comprar acciones de Pixar si tenía que repartir sus beneficios con cuatro cineastas hippies de hollywood. Jobs tenía que convencerlos en cambiar sus contratos por acciones de la compañía, acciones que eran suyas.
Las negociaciones fueron largas, Steve Jobs quería deshacerse del mínimo de acciones posibles. Al final, se quedaría con el 80% de la compañía, que con un precio estimado de 14 dólares por acción le supondrían ganar unos 400 millones de dólares cuando saliese a bolsa.
Pero lo peor vino a través de los resentimientos por el resto de empleados de Pixar. Ellos no iban a recibir ni una mísera acción, mientras que 4 afortunados que trabajaban en el cubículo de al lado podían llegar hacerse millonarios de la noche a la mañana. Mientras a Steve Jobs eso no le importaba, a John Lassater, Ed Catmull, Ralph Guggenheim y Bill Reeves les afectó bastante. Consultaron a sus abogados la posibilidad de ceder parte de sus acciones a ellos, pero el acuerdo que habían firmado se lo impedía. No fue una temporada cómoda en Pixar.
Mientras tanto, habían pasado 23 años entre que Ed Catmull había hecho una cruda animación por ordenador con su mano a que Toy Story se estrenase en el cine. Y el estreno fue todo un éxito. En el primer fin de semana en Estados Unidos, la película había recaudado solamente en taquilla 29 millones de dólares. Disney se había gastado 100 millones de dólares en su promoción, y eso que a los directivos de la compañía no les gustaba. Mientras tanto, Burger King regalaba muñequitos de los protagonistas con sus hamburguesas. Únicamente, por la venta de entradas en Estados Unidos, Toy Story había recaudado 160 millones de dólares.
Con la película ya estrenada, Pixar sale a la venta en bolsa. Con un precio inicial de 22 dólares por acción, en menos de media hora pasó a valer 49 dólares. De la noche a la mañana, las acciones de Steve Jobs pasaron a valer 1.500 millones de dólares (el precio por acción bajaría de forma significativa en los próximos días). Pixar había pasado de tener un agujero de 47 millones de dólares en el banco, a tener 76 millones en efectivo.
El papel de Steve Jobs puede parecer contraproducente en esta parte de la historia de Pixar, pero su aportación fue decisiva en el futuro de la compañía. De entrada, durante muchos años la mantuvo mientras era un agujero negro de dinero. Sus atrevimientos durante las negociaciones con Disney le habían aportado un contrato por 3 películas. Había sacado la compañía a bolsa, haciendo que de una vez por todas Pixar dejase de tener una deuda en el banco a tener dinero en efectivo. Había llegado la hora de hacer su contribución definitiva, en 1996 Steve Jobs llama a Disney, llegó al hora de renegociar sus condiciones del contrato.
Steve Jobs habló con el directivo de Disney en esa época, Michael Eisner. Le comentó que el simplemente quería varias cosas: costes de producción por película compartidos, beneficios generados por las películas compartidos y el logo de Pixar se vería tan grande como el de Disney en todas las películas. Obviamente a Disney no le gustaba nada esas condiciones, y se negó aceptarlas en un principio, después de todo, ¿Quién era Steve Jobs en el mundo de la animación para exigir eso?
Pero Disney estaba preocupada, la animación ya no era algo de su propiedad, otros estudios estaban empezando hacerle competencia, sobretodo la nueva empresa de uno de sus exdirectivos, DreamWorks, dirigida por Jeffrey Katzenberg (sí, el mismo que había firmado el primer acuerdo entre Disney y Pixar). Mientras Disney no parecía dispuesta aceptar las condiciones de alguien como Steve Jobs, si quería asegurarse una larga colaboración con John Lassater, pero Lassater no tenía el más mínimo interés de irse a Disney.
Sacando la empresa a bolsa, Steve Jobs había hecho a John Lassater, y este, en Pixar tenía todos los recurso que necesitaba para seguir su carrera artística. El contrato entre Disney y Pixar iba a terminar en 3 años y nada les impedía irse a trabajar para la competencia. Disney no se lo podía permitir, perderían relevancia en el mundo de la animación, así que aceptaron las condiciones de Steve Jobs, a cambio de extender el contrato de exclusividad por 10 años más y con el compromiso de hacer 5 películas.
A partir de aquí el futuro ya es conocido por mucha gente que está leyendo esta historia. Por un lado, casi al terminar los 10 años de exclusividad que ambas compañías habían firmado, Disney acabaría comprando la totalidad de las acciones de Pixar por 7.400 millones de dólares, convirtiéndose esta en un subdivisión de la misma. Desde el estreno de Toy Story, John Lassater continuaría y continua trabajando en Pixar formando a nuevos talentos, al comprender que la compañía no iba a poder girar a su alrededor todo el tiempo. Ed Catmull continua en la actualidad trabajando para la Disney, mientras que Ralph Guggenheim abandonó Pixar para convertirse por un rato en ejecutivo de Electronic Arts y ahora mismo CEO de Alligator Planet, otra productora de animación. Alvy Ray Smith dejaría su trabajo en Microsoft para fundar su propia compañía dedicada a la fotografía digital. Steve Jobs conseguiría salvar su otra compañía NeXT al vendérsela a su sueño original, Apple. Durante ese proceso, en una serie de maniobras curiosas que darían lugar a varios libros bibliográficos sobre el proceso, Jobs consiguió volver a ser el CEO de Apple, llevando a la compañía de la bancarrota a ser una de las compañías más valoradas y respetadas de la electrónica de consumo en la actualidad.
Desde el estreno de Toy Story, las producciones de cinematográficas de Pixar fueron nominadas 7 veces a mejor película de animación para los Oscar (esta categoría se creó por primera vez en el año 2001). De esas 7 nominaciones, se llevaría la estatuilla en 5 de ellas. Los trailers de esas películas son los que están insertados a lo largo de este último artículo.