Como siempre he dicho, el monitor de ordenador, cuanto más grande, mejor. En mi caso desde hace tiempo que disfruto en mi Macbook Pro de una pantalla Apple Cinema Display.
Realmente si trabajáis continuamente delante del ordenador un buen monitor es una inversión de la que nunca os arrepentiréis. Además, es probablemente una de las piezas del ordenador que más años os durará. De todas formas si ahora mismo tuviese que comprarme una nueva pantalla, probablemente optaría por una de las de Dell. Además de ser más baratas, tienen una peana que puedes regular de todas las formas posibles. Estoy la mar de encantado con la que tengo en el trabajo, a pesar de que podría tener una tamaño un pelín mayor.
P.D.: Mi escritorio ha cambiado un pelín con respecto a ese. Principalmente la lampara, que ahora es otra.
Tomé un tren para llegar a Vigo lleno de estudiantes que volvían a casa de fin de semana. Me llamó una amiga que no veía hacía tiempo para felicitarme por mi lectura de tesis, el único problema es que se confundió por un mes. El avión salió con algo de retraso de Vigo. Me recibió una amiga (otra) en Barcelona, que me hizo subir a un ascensor que tendría por lo menos dos veces mi edad. Me mordió su gata (gota). Pero después me llevó de cañas por Barcelona. Al día siguiente, y después de desayunar un buen pedazo de tortilla española, me llevaron a recoger calabazas a una cooperativa en los alrededores de Barcelona (es que soy un chico fácil, me dicen, ¿nos ayudas a recoger calabazas?, y yo digo, ¡vale!). Nos marchamos hasta el arco de triunfo y buscamos un sitio donde comer (que llevó un tiempo). Después de una segunda ducha, para quitarnos la tierra de las calabazas, volvimos hacer turismo por la zona alrededor y tirando hacia el puerto, tomando varias cervezas y cenando en un restaurante japones. Al día siguiente tocó averiguar en que hora vivíamos, que tu móvil, tu ipod y tu ordenador cambien todos la hora automáticamente y no te digan nada no ayuda mucho, sobre todo si no estás seguro si hacen ese proceso automáticamente o no. Unos huevos fritos con queso de desayuno y ya estábamos listos para seguir caminando por Barcelona, primera parada, La Sagrada Familia.
Visita al Pqrque Güell. Comida por la barceloneta. Paseo por la playa (con helado y café por el medio). Paseo por el barrio de Gracia. Ida al cine a ver una película en versión original (Quemar después de leer). Unas cañas antes de volver al hotel. Y hoy, reuniones de trabajo y después una cena de trabajo al lado de la playa, pero eso ya son otras historias no tan divertidas.
Era otoño del 2005 y tuve un antojo. Me había enamorado del diseño de los difuntos Powerbook, y quería uno. Pero por aquella época Apple se había enamorado de Intel y había que esperar a que actualizase su gama de portátiles antes de dar el paso. En marzo del 2006 conseguiría mi deseo, me compré un Macbook Pro.
Tan interesado estaba en la máquina que incluso le dediqué un blog (del que pronto me cansé). Aun sigue siendo mi ordenador principal y desde donde estoy escribiendo esto. Con él he terminado mi tesis doctoral y será el responsable de que mi presentación funcione durante las dos horas de charla que durará. Me ha acompañado por varias partes de España y el extranjero y seguirá siendo mi portátil por unos años más (traicionado de vez en cuando por uno que me han prestado en el trabajo).
Al ser una máquina de primera generación tiene sus desventajas. Sobre todo el calor que emite. Por otro lado, también emite de vez en cuando un pitido agudo molesto. Pitido que desaparece cuando le conectas algún dispositivo usb o un ratón bluetooth (cosas de la tecnología).
una vez comprado el Nokia N95, no tardé mucho en caer y comprar un Nokia N800, aunque ahora mismo no estoy convencido de esta compra.
El N800 ha sido uno de esos aparatos que a veces he amado y otras veces he odiado. De vez en cuando hace lo que quieres y de forma rápida. Otras veces parece que los escasos recursos del dispositivo hace que se le atraganten las tareas que le mandas hacer. De todas formas, mi principal problema creo que es que no me ha compensado lo que gasté en él con respecto al uso que le he dado.
El Nokia N95 supuso mi introducción en el mundo de los smartphones. Supongo que los que sigáis este blog desde hace ya algunos años os distéis cuenta de que fue algo así como un flechazo (un efecto colateral fue que este blog se convirtió en el segundo servicio de atención al cliente del Nokia N95).
Ahora mismo mi nivel de adicción a este cacharrito es bastante alta. Tanto que mi próximo móvil (para el cual aun falta tiempo hasta que compense la compra de este) tendrá que ser otro smartphone. Otro teléfono que me permita de forma fácil conectarme a mí correo electrónico, llevar agenda y sacar fotos decentes que pueda subir a Flickr (georeferenciadas a ser posible). Cualquier otro extra será bienvenido.
Otro de mis cacharrines que ya tiene un par de añitos es mi iPod de 80GB, el cual he traicionado hace unas semanas (más sobre esto en futuras entradas).
Lo que siempre me gustó de él es que podía llevar conmigo toda mi colección musical, con todas las listas que tenía definidas en iTunes, el problema es que ahora mismo le falta el atractivo de sus nuevos hermanos (y no nos olvidemos de la gran duración de batería que tiene el dispositivo a pesar de llevar un disco duro dentro). De todas formas, tengo pensado usarlo en el coche nuevo para finales de año, pero eso ya es otra triste historia, una despedida de otro que conozco desde hace casi 27 años, que ya contaré por aquí.
Con esta entrada empiezan una pequeña serie de artículos comentando un párrafo o dos de diversos cacharrines que tengo por mi casa y que actualmente uso más o menos. Empecemos con música, por mis altavoces.
Básicamente tengo toda mi colección musical o en un iPod o en iTunes, así que la compra de unos altavoces compatibles con el primero me pareció de lo más apropiado. Hace ya unos años compré por ese motivo unos iPod Hi-Fi.
Es probablemente uno de los productos que Apple no debió vender muy bien, pero que yo disfruto prácticamente todos los días que estoy por mi casa. El sonido me parece decente para el tamaño de altavoz que es, marcando bastante bien los graves. Tiene sus defectillos, el principal es que no hace de dock para el iPod. Tuve que comprarme un cable de audio de fibra óptica, nada barato, para poderlos conectarlos al mac y así también disfrutar las películas con ellos.
P.D.: Curiosa esa foto, sacada en mi ex-lab, que ahora mismo ya no existe.
La verdad es que la situación sólo podría mejorar si lográsemos que los frikis y los gafapastas llorasen a la vez por la cancelación de la película. Confieso que durante un tiempo consideré que era un problema irresoluble a la altura de la cuadratura del círculo. Pero mi amigo el Lobo Feroz cortó el nudo gordiano y me demostró lo fácil que era. Presten atención:
Hacemos que Lars von Trier dirija Watchmen. Sin efectos especiales, con los decorados dibujados en tiza sobre el suelo negro y sin usar maquillaje de ningún tipo. Luego, cancelamos el proyecto.
Ya está, frikis y gafapastas llorando a la vez. El Lobo Feroz es un genio.
Una canción de la mítica banda británica Iron Maiden dedicada a la mítica serie de televisión británica The Prisoner, según la wikipedia
«The Prisoner» was inspired by the British TV show of the same name, and features dialogue from its title sequence. Rod Smallwood had to telephone Patrick McGoohan to ask permission to use the dialogue for the song. According to witnesses the usually calm Smallwood was completely star struck during the conversation. McGoohan was reported to have said «What did you say the name was? Iron Maiden? Do it.» Iron Maiden later made another song based on the series, «Back in the Village» from Powerslave.
Por motivos de trabajo, el lunes y martes que viene tengo que estar en Barcelona. Como le había prometido a una amiga hace tiempo que la iría a visitar algún fin de semana a esa misma ciudad, aprovecho y me marcho hoy por la tarde para allí y así mato dos pájaros de un tiro.
Por motivos de horarios de aviones de regreso, en vez de pillar el avión en el aeropuerto de Santiago de Compostela me voy hasta Vigo, y claro, mi coche ha decidido jugarme una mala pasada. No es que lo hiciese de forma malintencionada. El pobre ya tiene casi 27 años, y claro, de vez en cuando le dan achaques. En este caso algún problema con el proceso de recarga de la batería (confío en que cuando vuelva ya esté arreglado).
De todas formas, y si no hay retrasos, haciendo uso del tren no tengo problemas en llegar hasta Vigo tanto para pillar el avión de ida como pare regresar a Santiago el Martes. Aunque para estar seguro tendría que averiguar cuanto tiempo le lleva a un taxi llegar desde la estación del tren al aeropuerto.
Pues lo dicho, este fin de semana estaré en Barcelona (donde me van a llevar a recoger calabazas en el campo). Dejaré alguna que otra entrada programada para publicarse en el blog (como esta misma, escrita ayer), pero probablemente tardaré en contestar cualquier comentario que dejéis.