Esta es la séptima parte de la historia de Pixar, para acceder a las anteriores entregas pinchar en los siguientes enlaces: 1ª parte, 2ª parte, 3ª parte, 4ª parte, 5ª parte y 6ª parte.
Steve Jobs quería tomar una papel más protagonista dentro de Pixar después de Toy Story. Su primera acción fue quitarle el título de presidente a Ed Catmull y ponérselo así mismo, lo cual no gustó mucho a los empleados, pero eso era algo que no le importaba a Steve. Sin embargo, y a pesar de, al mismo tiempo, introducir a una persona de su confianza las 24 horas allí, los empleados de Pixar solamente obedecían a una persona, John Lassater.
Lassater era un lider carismático que inspiraba a la gente. Los empleados de Pixar respondían ante él, y consideraban las intromisiones de Steve Jobs como un mal menor que tenían que soportar. Tal fue el punto, que durante el diseño de la construcción del nuevo edificio de Pixar, Steve Jobs llegó a decir en una reunión que al menos, en detalles pequeños del mismo, le podían dejar decidir a él.
Sin embargo, en el plan económico de la compañía, Steve Jobs si que iba a marcar su diferencia. A pesar del contrato con Disney, la deuda de Pixar era de 47 millones de dólares. En 1994, Jobs intentaría vender Pixar a Microsoft, pero el acuerdo no llegó a producirse (en su lugar, Microsoft compró Altamira Software, la compañía que había creado Alvy). Como la venta no era posible, Jobs decide que la única opción es sacar la compañía a bolsa. Un suicidio según los analistas financieros, si una compañía no da beneficios no se saca a bolsa (estos aún no habían oído hablar de la burbuja de las punto com).
Pero para sacar la compañía a bolsa había un problema, el acuerdo de 3 películas con Disney forzaba a que John Lassater, Ed Catmull, Ralph Guggenheim y Bill Reeves siguiesen en la compañía durante su producción y cobrasen según los beneficios de Pixar (Disney quería asegurarse que el talento creativo de la compañía no se marchase de la misma antes de terminar las 3 películas). Nadie iba a comprar acciones de Pixar si tenía que repartir sus beneficios con cuatro cineastas hippies de hollywood. Jobs tenía que convencerlos en cambiar sus contratos por acciones de la compañía, acciones que eran suyas.
Las negociaciones fueron largas, Steve Jobs quería deshacerse del mínimo de acciones posibles. Al final, se quedaría con el 80% de la compañía, que con un precio estimado de 14 dólares por acción le supondrían ganar unos 400 millones de dólares cuando saliese a bolsa.
Pero lo peor vino a través de los resentimientos por el resto de empleados de Pixar. Ellos no iban a recibir ni una mísera acción, mientras que 4 afortunados que trabajaban en el cubículo de al lado podían llegar hacerse millonarios de la noche a la mañana. Mientras a Steve Jobs eso no le importaba, a John Lassater, Ed Catmull, Ralph Guggenheim y Bill Reeves les afectó bastante. Consultaron a sus abogados la posibilidad de ceder parte de sus acciones a ellos, pero el acuerdo que habían firmado se lo impedía. No fue una temporada cómoda en Pixar.
Mientras tanto, habían pasado 23 años entre que Ed Catmull había hecho una cruda animación por ordenador con su mano a que Toy Story se estrenase en el cine. Y el estreno fue todo un éxito. En el primer fin de semana en Estados Unidos, la película había recaudado solamente en taquilla 29 millones de dólares. Disney se había gastado 100 millones de dólares en su promoción, y eso que a los directivos de la compañía no les gustaba. Mientras tanto, Burger King regalaba muñequitos de los protagonistas con sus hamburguesas. Únicamente, por la venta de entradas en Estados Unidos, Toy Story había recaudado 160 millones de dólares.
Con la película ya estrenada, Pixar sale a la venta en bolsa. Con un precio inicial de 22 dólares por acción, en menos de media hora pasó a valer 49 dólares. De la noche a la mañana, las acciones de Steve Jobs pasaron a valer 1.500 millones de dólares (el precio por acción bajaría de forma significativa en los próximos días). Pixar había pasado de tener un agujero de 47 millones de dólares en el banco, a tener 76 millones en efectivo.
El papel de Steve Jobs puede parecer contraproducente en esta parte de la historia de Pixar, pero su aportación fue decisiva en el futuro de la compañía. De entrada, durante muchos años la mantuvo mientras era un agujero negro de dinero. Sus atrevimientos durante las negociaciones con Disney le habían aportado un contrato por 3 películas. Había sacado la compañía a bolsa, haciendo que de una vez por todas Pixar dejase de tener una deuda en el banco a tener dinero en efectivo. Había llegado la hora de hacer su contribución definitiva, en 1996 Steve Jobs llama a Disney, llegó al hora de renegociar sus condiciones del contrato.
Steve Jobs habló con el directivo de Disney en esa época, Michael Eisner. Le comentó que el simplemente quería varias cosas: costes de producción por película compartidos, beneficios generados por las películas compartidos y el logo de Pixar se vería tan grande como el de Disney en todas las películas. Obviamente a Disney no le gustaba nada esas condiciones, y se negó aceptarlas en un principio, después de todo, ¿Quién era Steve Jobs en el mundo de la animación para exigir eso?
Pero Disney estaba preocupada, la animación ya no era algo de su propiedad, otros estudios estaban empezando hacerle competencia, sobretodo la nueva empresa de uno de sus exdirectivos, DreamWorks, dirigida por Jeffrey Katzenberg (sí, el mismo que había firmado el primer acuerdo entre Disney y Pixar). Mientras Disney no parecía dispuesta aceptar las condiciones de alguien como Steve Jobs, si quería asegurarse una larga colaboración con John Lassater, pero Lassater no tenía el más mínimo interés de irse a Disney.
Sacando la empresa a bolsa, Steve Jobs había hecho a John Lassater, y este, en Pixar tenía todos los recurso que necesitaba para seguir su carrera artística. El contrato entre Disney y Pixar iba a terminar en 3 años y nada les impedía irse a trabajar para la competencia. Disney no se lo podía permitir, perderían relevancia en el mundo de la animación, así que aceptaron las condiciones de Steve Jobs, a cambio de extender el contrato de exclusividad por 10 años más y con el compromiso de hacer 5 películas.
A partir de aquí el futuro ya es conocido por mucha gente que está leyendo esta historia. Por un lado, casi al terminar los 10 años de exclusividad que ambas compañías habían firmado, Disney acabaría comprando la totalidad de las acciones de Pixar por 7.400 millones de dólares, convirtiéndose esta en un subdivisión de la misma. Desde el estreno de Toy Story, John Lassater continuaría y continua trabajando en Pixar formando a nuevos talentos, al comprender que la compañía no iba a poder girar a su alrededor todo el tiempo. Ed Catmull continua en la actualidad trabajando para la Disney, mientras que Ralph Guggenheim abandonó Pixar para convertirse por un rato en ejecutivo de Electronic Arts y ahora mismo CEO de Alligator Planet, otra productora de animación. Alvy Ray Smith dejaría su trabajo en Microsoft para fundar su propia compañía dedicada a la fotografía digital. Steve Jobs conseguiría salvar su otra compañía NeXT al vendérsela a su sueño original, Apple. Durante ese proceso, en una serie de maniobras curiosas que darían lugar a varios libros bibliográficos sobre el proceso, Jobs consiguió volver a ser el CEO de Apple, llevando a la compañía de la bancarrota a ser una de las compañías más valoradas y respetadas de la electrónica de consumo en la actualidad.
Desde el estreno de Toy Story, las producciones de cinematográficas de Pixar fueron nominadas 7 veces a mejor película de animación para los Oscar (esta categoría se creó por primera vez en el año 2001). De esas 7 nominaciones, se llevaría la estatuilla en 5 de ellas. Los trailers de esas películas son los que están insertados a lo largo de este último artículo.