Primer libro que leo de Vernor Vinge y me ha encantado. Tal como describen en la contraporta el autor solamente escribirá un libro cada siete años, pero desde luego, y a falta de leer otra cosa, lo hace de maravilla. La historia tiene unos grandes personajes, una narración que te hace continuar página a página como si nada y aún por encima, el aire de historia de aventuras hace que te creas como nunca el futuro imaginario que el autor plantea.
Y es que el futuro creado por Vernor Vinge es realmente un futuro aterrador. Un futuro donde tu vida personal solamente es tan privada como tus habilidades como hacker. Cualquiera puede acceder a datos de otras personas y si no te andas con cuidado, robar tu identidad no es nada difícil.
Pero por lo que engancha la historia es por sus personajes. Algunos muy tipificados, como parte de los buenos, unos cuantos ambiguos en cuanto a sus intenciones, como el genial conejo, y un malo que realmente hace lo que hace por que tiene buenas intenciones, simplemente falla un poco en el método.
De la contraportada
Robert Gu es un famoso poeta afectado durante años por la enfermedad de Alzheimer y al que la medicina del futuro cercano logra recuperar y rejuvenecer. Así se enfrenta a un mundo parecido pero insidiosamente distinto al que él recordaba. Todo es debido a la colaboración de millones de inteligencias humanas en la red a la que se accede con «Epifanía,» la nueva interfaz informática (basada en la informática «vestible») que ha de sustituir al hoy omnipresente sistema de ventanas, icones y ratones.
Vernor Vinge tiene la curiosa habilidad de escribir pocas novelas (recientemente, una cada siete años…) pero, en las últimas décadas, todas acaban ganando el galardón más famoso e importante de la ciencia ficción mundial, el premio Hugo. Así ha ocurrido con sus últimas obras: Un fuego sobre el abismo (1993), Un abismo en el cielo (2000) y, la más reciente, Al final de arco iris (2007), claro indicio de la calidad y interés que despierta, en todo el mundo, la obra de este autor.
«Vernor Vinge lo ha vuelto hacer: ha previsto las implicaciones humanas de las nuevas tecnologías mucho antes que cualquier otro. En True names fue el ciberespacio. En Al final del arco iris se trata -entre otras cosas- de la inteligencia superhumana que puede resultar de la conexión electrónica de un vasto número de seres humanos. No es sólo una buena historia, sino que hizo que mis neuronas se econtraran inesperadamente con nuevas ideas cada pocas páginas.» -Thomas W. Malone, Profesor en la Sloan School of AMnagement del MIT y director del Contro para la Coordinación de la Ciencia del MIT.
«Ésta puede ser la mejor novela de Vernor Vinge: hábil, bien narrada, con grandes ideas nuevas que surgen de cada página. Vernor anticipa nuestro futuro como nadie más sabe hacerlo y, lo que es aún mejor, consigue que te lo creas.» -Gregory Benford, autor de Cronopaisaje.