Mientras estuve por Valladolid aproveché para pasarme por la Feria del Libro antiguo que se celebraba en ese momento. Fue una visita rápida y tampoco tuve mucho tiempo a pararme a ver que me compraba. Al final encontré este ejemplar del escritor de ciencia ficción David Brin y decidí probar a ver que tal estaba, total, solamente fueron 5€. Eso sí, curiosamente de todos los libros de la colección Nova, este era él que tenía peor estado de conservación.
Jijo es un planeta prohibido, un mundo que se recupera lentamente de un grave desastre ecológico y al que, un millón de años atrás, los Buyur condenaron a permancer cerrado a la colonización y al contacto interestelar. Sin embargo diversos grupos de seres inteligentes, a menudo forajidos o extraviados, han aterrizado en Jijo pese a lo decretado por la civilización galáctica, y han roto de este modo su aislamiento.
Jijo ha alcanzado pues en este periodo de exclusión una compleja paz social intercultural, basada en la tolerancia y el respeto mutuo entre las siete especies que lo han ido poblando: los misteriosos bipedos hoon; los qheuens, con forma de cangrejo y con cinco patas y pinzas; los urs parecidos a centauros; los g’kek, dotados de ruedas impulsadas biomagnéticamente; los traeki, con su múltiples personalidades; los glaver, involucionados a un estado de prsapiencia; y los humanos de la Tierra, de más reciente arribo, que aportan la tecnología que permite el florecimiento de una nueva civilización. Siempre bajo la amenaza inevitable Día de Juicio, cuando las Cinco Galaxias descubran esa colonia ilegal y prohibida, acontece de repente lo imprevisto: una nave estelar aterriza cerca del lugar que los pobladores de Jijo consideran más sgrado. L mayor aventura a escala galáctica esta servida.
Finalista del premio HUGO 1996 y premio LOCUS 1996.
«Brin ha demostrado, de forma indiscutible, que es un maestro de la trama, de la caracterización de los personajes, del clímax narrativo y, además, un maravilloso narrador lo suficientemente serio para satisfacer también a quienes annhelan encontrar carne en torno a esos huesos literarios.» – ANALOG.
Otras entradas sobre mi breve estancia en Valladolid
—–