Ayer fui junto mis hermanos a ver la película «The Prestige», que aquí la han traducido como el truco final. Una película de uno de los directores que me gusta del momento, Christopher Nolan, que hizo películas como Memento o Batan Begins. Antes de que sigáis leyendo, os advierto, voy a contar cosas sobre la película, así que si queréis verla sin spoilers, no leáis más.
El argumento de The Prestige gira entorno a aspectos básicos como la obsesión, la rivalidad o la venganza. En la película nos presentan a dos magos principiantes que un accidente los convierte en enemigos, con solamente ansias de venganza el uno contra el otro. Dicha rivalidad los lleva desde el sabotaje de sus espectáculos respectivos, el robo de los trucos de uno a otro, hasta el propio asesinato.
La película está rodada a la perfección, hay que estar un pelín atentos a los saltos temporales de la trama que el director usa continuamente, para ir explicándonos como todas las piezas encajan en lo que vemos al principio de la película.
Durante toda la película el director nos va soltando pistas, pistas de como uno de los magos hace su truco final, el que le da el «Prestigio», el hombre transportado. Pero, como buen mago, Nolan nos distrae con otras historias para que no podamos ver como las piezas encajan.
Y es al final cuando la película me dejó un sabor agridulce, pero hay que concederle a Nolan que el mismo lo advierte. Cuando un mago te explica un truco, este pierde su interés. Y aquí creo que pasa un poco lo mismo. Cuando todo el rompecabezas temporal encaja y hace «click», cuando entiendes todas las pistas que te han dado durante toda la película, te quedas con la sensación de, «ahh… lo hacía así, pues vale». Tal vez, quedarnos con la incógnita, con la magia, hubiese sido más interesante.
No por ello la película deja de haberme gustado bastante, ahora tendré que conseguir el dvd para poder verla como se tienen que ver las películas, en versión original.
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