Tengo que confesar que a pesar de ser bastante adicto a las nuevas tecnologías, llegué bastante tarde a comenzar a usar los libros electrónicos. Básicamente hasta que compré mi primer y único iPad (el de primera generación, casi una reliquia, pero hace a la perfección lo que tiene hacer y todavía no he encontrado ningún motivo para cambiarlo), no los empecé a comprar mucho.
Prácticamente la única tienda que uso es la Kindle de Amazon, me permitía perfectamente leer los libros que compraba en casi cualquier dispositivo, dado que tienen una app para casi todos los sistemas operativos del momento a parte de sus lectores propios. Es curioso, no fue hasta el año pasado que me compré uno de ellos. Supongo que el hecho de que ahora vivo a Barcelona y me escapo de vez en cuando a leer en la playa, hace que un iPad sea peor opción para leer nada allí. Y siempre tenemos el detalle que no es lo mismo que te quedes dormido mientras leas y te caiga un Kindle en la cara que un iPad.
Empezando a comprar libros electrónicos con la introducción del iPad me introdujo una pequeña sorpresa. Las novedades ya no estaban a aquellos precios de 9,99 dólares americanos a los que estaba acostumbrado de leer. Súbitamente, comprar un libro nuevo no había mucha diferencia de comprarlo en papel. Menos mal que mi lista de libros por leer siempre es interminable, y las no novedades en formato electrónico bajan de precio de forma considerable (esto es un arma de doble filo, siempre acabo comprando libros de más por culpa de esto).
Después llegó la situación donde el juzgado federal de Estados Unidos demanda a Apple y a 5 de las grandes editoriales de las 6 que había por la época que el iPad salió al mercado. ¿Cómo era posible? Si era Amazon la empresa dominante de los libros electrónicos, con más del 90% del mercado en aquella época.
Andrew Richard Albanese en este breve libro electrónico nos cuenta los motivos de esta historia y de una forma sorprendentemente agradable de leer. Comienza explicando como Amazon llegó a tener dicha posición dominante, con unos editores más preocupados con que esta última pusiese un sistema DRM en su tienda, firmaron condiciones muy permisivas para la primera casi sin mirar. Lo cual le permitía a Amazon vender libros a 9.99 y asumiendo las pérdidas que esto suponía. Estrategia que a ellos les funcionaba bien, recuperaban esas pérdidas por que los lectores también compraban otros libros dónde no perdía, tal vez por que les gustase esta última novela del autor, y obviamente en la venta del dispositivo físico en sí. Por otro lado los editores estaban que si tiraban de los pelos, no conseguían nadie que le hiciese competencia a la poderosa Amazon, y tenían miedo de que la gente se acostumbrase a pagar tan poco por las novedades.
La introducción del iPad por parte de Apple cambió las cosas. De entrada había un dispositivo que iba a ser comprado mucho más los Kindles de Amazon, que iba a venir con una tienda de libros electrónicos de serie, y donde la mayoría de las grandes editoriales, junto con Apple, acordaron cambiar el modelo de negocio para le venta de libros electrónicos. Por parte de las editoriales con un claro objetivo, forzar a Amazon que ella también tuviese que aceptar dicho modelo, donde serían las editoriales las cuales fijasen el precio del libro y tanto Amazon como Apple solamente se quedasen con un pequeño porcentaje.
Al final, después de leer este libro, te das cuenta de los líos en que se meten las editoriales (por no decir productoras de cine, etc…), más preocupadas por la piratería, que en crear una forma fácil para que el usuario pueda acceder al contenido que ellas venden. Esta historia todavía no ha llegado a su fin… el juzgado federal de los Estados Unidos aún tiene que decir su última palabra.