Mi primera y única referencia a la novela The Magicians vino del blog Boing Boing, donde la ponían como una novela, que una vez empezabas a leerla, no podías parar hasta terminarla. La verdad, es que al principio, aunque interesante, llega a un punto en que la historia pierde su hilo inicial y se convierte en aburrida.
The Magicians presenta la historia de Quentin Coldwater, un joven a punto de empezar su vida universitaria. Un joven inadaptado que vive con la ilusión de que las historias narradas en una saga de fantasía llamada Fillory se haga realidad (la saga narra un mundo muy parecido al narrado en las novelas de la saga de Nardia). Obviamente, su deseo se cumple, y acaba enrolándose en Brakebills, una academia donde jóvenes estudiantes aprenden magia (algo así como el Hogwarts de Harry Potter pero con adolescentes hormonados). Y es en este punto cuando la historia se pierde en sí misma.
Todas las experiencias de Quentin y sus colegas en Brakebills es de lo más aburrido. Son una serie de sucesos inconexos que algunos de ellos cobraran relevancia al final de la historia, pero básicamente te valen para llegar a la conclusión que Quentin y sus amigos no son más que un grupo de adolescentes que sabe hacer algún que otro truco de magia, pero que poco se diferencian de los miles de adolescentes del mundo. Tal vez el fallo, es que los personajes que el autor crea son tan apáticos, que poco te importa lo que pase con ellos.
Amazon Best of the Month, August 2009: Mixing the magic of beloved children’s fantasy classics (from Narnia and Oz to Harry Potter and Earthsea) with the sex, excess, angst, and anticlimax of life in college and beyond, Lev Grossman’s Magicians reimagines modern-day fantasy for grownups. Quentin Coldwater lives in a state of perpetual melancholy, privately obsessed with his childhood books about the enchanted land of Fillory. When he’s admitted to the surreptitious Brakebills Academy for an education in magic, Quentin finds mastering spells is tedious (and love is even more fraught). He also discovers his power has thrilling potential–though it’s unclear what he should do with it once he’s moved with his new magician cohorts to New York City. Then they discover the magical land of Fillory is real and launch an expedition to use their powers to set things right in the kingdom–which, naturally, turns out to be a much murkier proposition than expected. The Magicians breathes life into a cast of characters you want to know–if the people you want to know are charismatic, brilliant, complex, flawed magicians–and does what Quentin claims books never really manage to do: «get you out, really out, of where you were and into somewhere better. » Or if not better, at least a heck of a lot more interesting. –Mari Malcolm