Una vez empecé un pelín más en serio con la fotografía de paisaje, el disparador remoto se convirtió en un elemento imprescindible para mí. Esto me llevó a probar diversos modelos para mi cámara.
El primero en caer fue el típico disparador remoto de infrarojos. Estos disparadores curiosamente valen para cámaras dslr de gama baja de canon pero no para algo un pelín más profesional. Este modelo no me terminaba de convencer. De entrada la cámara solamente tiene sensor frontal, por lo que era incomodo de usar. Pero realmente no me convencía por que me daba la sensación de que perdía control en el proceso de selección de enfoque y exposición. Y digo parecía por que realmente no es así.
Mi segunda opción, y la que más me convence es un disparador de cable. Obviamente opte por uno clónico en ebay, los originales tienen unos precios ridículos, por lo caros que son. 40 euros por un trozo de cable y un interruptor que no les cuesta fabricarlo ni más de 2 euros es un atraco. De todas formas os advierto que los disparadores clónicos son una lotería, personalmente yo he tenido suerte, y el mío de la marca Jianisi no me ha fallado, pero a amigos míos he visto como se estropeaban al poco menos de un mes (eran de otras marcas, pero no creo que esta en particular tenga un control de calidad «elevado»).
Después, en una kdd vi un disparador remoto por radio. Lo compré, pero a la larga no me ha convencido. Me sigo quedando con mi disparador de cable, que hasta le tengo cariño.
Y ahora la pregunta del millón, ¿Por qué un disparador de cable? Para evitar movimientos de la cámara cuando se dispara desde el trípode. Sobretodo en exposiciones largas. Pero incluso a velocidades altas lo hago, más que nada por costumbre, aunque en hdrs no viene de más (incluido el bloqueo del espejo).