Toca terminar con la crónica de mi primer viaje por Berlín. A eso de las 11:00 de la mañana, después de tener que volver a levantarse temprano, «conseguí» terminar con mis tareas al curso que asistía y me quedó el resto del día para visitar la ciudad. El único problema es que llovía.
Dado las condiciones meteorológicas, el grupo de gente con el que iba decidió tomar un bus de estes que se van parando en cada punto turístico de la ciudad. Algunos de ellos ya los había visitado en los días anteriores. Desde el bus poco más que sacar algún que otro vídeo… una muestra de ellos.
En la última parada del bus toco bajarse y así poder observar el Palacio de Charlottenburg. Un palacio construido en el año 1701 y que fue residencia de Fredirick I de Prussia, del cual había una impresionante estatua nada más entrar en el mismo.
Por supuesto, en la tienda de recuerdos del palacio, tenían el juego de mesa Frederick
Después, de vuelta al bus, llegamos a Alexandreplatz donde buscamos un restaurante donde comer. La comida no estuvo mal, aunque los alemanes deberían advertir que un plato de entrantes da para alimentar a un regimiento.
Por la tarde una rápida visita a la calle Unter den Linden, donde está la Humboldt-Universität y, al final de la misma, la Puerta de Brandenburgo. Después de un café por la zona, ya era hora de ir a cenar.
El restaurante elegido fue el Zur Letzten Instanz, donde me tomé una maravillosa morcilla.
Después de la cena de vuelta al hotel y al día siguiente a levantarse temprano para volver a Santiago.
Un detalle, el aeropuerto de Berlín es el más agobiante por el que pasé, nada más pasar el control de seguridad estas en frente de tu puerta de embarque de donde no te puedes mover, una tienda pequeña y los guardias de seguridad no nos dejaron ni acercarnos a la cafetería…