Realmente esto casi fue medio día en Amsterdam, hoy tocaba volver a Santiago de Compostela, y nuestro periplo por Holanda llegaba a su fin. Tal y como teníamos planeado, hoy se iba a dedicar principalmente a compras. Yo quería comprar un libro, y algunos regalos para mi familia, mientras que mi compañero de viajes quería también mirar un par de detalles para la suya.
La primera parada fue la librería -sí, ya sé que no es ninguna sorpresa para vosotros- donde pillé otro libro de Fforde, no me acuerdo cual de ellos. De allí nos marchamos directamente a una tienda de juegos de mesa, mirando diversas cosas para regalar.
Después de un cafecito de descanso, nos dirigimos a un mercado de plantas. Había de todo, desde tulipanes hasta kits completos para empezar a plantar tu propia marihuana en casa. También fue la primera vez que vi plantas carnívoras, con el tamaño de los insectos y arácnidos de Holanda, tienen de comer de sobra. Después de comprar unos bulbos de tulipán y un par de regalos más, toco el turno de dirigirnos al hotel, parando para comer algo rápido por el camino y pillar de paso un bocadillo para la cena en Barajas.
En el hotel recogimos las maletas que nos tenían guardadas después de hacer el check-out. Directos a la estación donde pillamos el tren directos al aeropuerto. Casi nos pasamos de estación, debimos pillar el tren más rápido de todos, en la ida paramos en varias estaciones antes de llegar a Amsterdam Central, a la vuelta el viaje fue directo.
Y aquí fue donde paso la única anécdota del viaje de vuelta. Después de un larga cola para facturar, pasar el control de seguridad, nos enteramos de que nuestro vuelo sale con una hora de retraso. No teníamos mucho problema dado que había un margen amplio entre la llegada a Barajas y la salida de nuestro vuelo a Santiago de Compostela.
De noche llegamos a Santiago en el horario previsto, donde cogí el coche para ir a rescatar mi maravilloso teclado de las manos de pjorge, el pobre me echaba de menos 😉
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