El último jueves de agosto era el último día completo que íbamos a pasar en Amsterdam y teníamos la intención de tomarnos las cosas de forma muy relajada. Nuestros planes fracasaron, probablemente caminamos tanto como casi cualquiera de los otros días que estuvimos en la ciudad.
Nuestra intención era ir a visitar por la mañana el Rijksmuseum que incluye parte de la obra de Rembrandt. Pero antes de ir hasta allí, paramos en The American Library donde me compré el libro First Among Sequels de Jasper Fforde, con el cual cargaríamos el resto del día -sí, hubiese sido mejor hacer al revés…
El Rijksmuseum estaba bastante lleno de gente, básicamente había que hacer cola para ver cada una de las obras allí expuestas. Había principalmente pinturas, alguna muestra de trabajos en cristal y metal, algún que otro mueble y casas de muñecas -armarios de muñecas mejor dicho, había que usar una escalera para poder ver la planta superior de la casa.
Cuando terminamos de ver el museo ya era la hora de comer, tomamos un bocadillo en el mismo parque que había en frente al mismo, de forma bastante relajada y con un cafecito después. Para la tarde teníamos planeado visitar el Voldempark y teniendo en cuenta el tamaño que parecía que tenía en el mapa, era mejor ir con fuerzas suficientes.
El Voldempark es el sitio ideal para que todo holandés se vaya a relajar de la vida ajetreada de al ciudad. El parque es enorme, con lagos, jardines, zonas para andar en bici, correr… cualquier actividad al aire libre que se te pueda ocurrir. También tenían un anfiteatro en el medio del mismo.
Una vez visitado el parque ya era media tarde y no teníamos muy claro que queríamos hacer para matar el resto del día. Como estábamos al lado de un punto donde se alquilaban pedaletes para andar por los canales, pensamos que sería buena idea pillar uno y dar una vuelta. Antes de eso, nos tomamos otro café mientras veíamos una partida en un ajedrez gigante.
Como mañana tocaba marchar, yo había pensado en pillar unos bulbos de tulipanes para mi familia en forma de regalo. Nos acercamos a lo que la guía indicaba que era el mercado de tulipanes pero llegamos tarde, por unos meses simplemente. Cerca de este mercado la guía también indicaba una buena heladería. Una buena dosis de helado era justamente lo que nos hacía falta para emprender el camino al hotel, dejar las cosas y irnos a cenar al restaurante que teníamos escogido.
De camino al restaurante, pasamos por el medio del campus de la Universidad de Amsterdam que debían estar celebrando el comienzo del curso o algo así, estaba llenísimo de gente, gente dando discurso, fiestas de estudiantes por todos los lados…
Para la cena toco comida tailandesa, aunque no estuvo mal, nos gustó más la indonesia del día anterior. Después de la cena un paseo por el ambiente nocturno y de vuelta al hotel. Mañana tocaba hacer las maletas.
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