Habitualmente no hago mucho caso a los errores de la prensa, pero desde luego, esta historia leída en Mangas Verdes me ha hecho reír un rato y al mismo tiempo quedarme más asombrado por los errores que comete la prensa.
El asunto en resumen es muy sencillo, un periodista de la agencia EFE público una historia sobre como cierto «instituto» había hecho un estudio que demostraba que el presidente Bush era el presidente de Estados Unidos con menor coeficiente intelectual de toda la historia de dicho país. Por supuesto, medios como el El País lo publicaron al momento, como venía de la agencia EFE. Pero resultó que esto era todo mentira, dicho estudio no existe y esta «broma» o hoax ya se había creado hace 6 años, donde otros ya habían picado.
Hasta aquí todo normal, típico error de periodista que al rato algunos periódicos borran de su página web y se te he visto no me acuerdo. Pero la agencia EFE tenía que mejorar el asunto en su excusa para tremendo error, tal como nos dicen en: Mangas Verdes: Efe: lo de Bush fue cosa de Chávez. Y saco un cacho del texto.
Varios medios reprodujeron el análisis del Instituto Lovenstein, un centro inexistente, cuya única fachada es una página de internet con el eslógan de “el fin de nuestras vidas comienza cuando permanecemos callados ante asuntos que importan”.
La sección de “informes” de la página la encabeza el estudio sobre el cociente intelectual de Bush, el más bajo de cuantos presidentes han dirigido este país en los últimos 60 años, según el instituto fantasma, que se autodefine como un “centro de estudios” que cuenta con prestigiosos historiadores, psiquiatras, sociólogos y psicólogos.
Lo cierto, sin embargo, es que ninguno de los brillantes académicos citados en el análisis existe y que entre los millones de Institutos que hay en EEUU no hay ningún “Lovenstein”.
¿Qué pasa? ¿Cómo estaba publicado en Internet tenía que ser cierto? El periodista que mando el teletipo no tuvo 5 segundos para investigar al prestigioso instituto «Lovenstein», ni tampoco tuvo otros 10 para comprobar de donde habían salido tan «prestigiosos» académicos. Claro, como la pista para dicha afirmación la dijo un político en un discurso, los cuales, como todo el mundo sabe, nunca mienten y se molestan en comprobar hasta el último pelo de sus afirmaciones, ¿Para qué iba hacerlo el periodista?
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