La nave espeacial llega desde Houston, Texas, y posa en la luna sus largas patas de araña. Los astronautas Armstrong y Aldrin ven la Tierra como nadie la había visto hasta ahora, y la Tierra no es la generosa teta que nos da de mamar leche y veneno sino una bella piedra helada que rueda en la soledad del universo. Parece sin hijos la Tierra, habitada por nadie, o quizás indiferente, como si no sintiera ni siquiera cosquillas por las pasiones humanas que hormiguean en su suelo.
Memoria del Fuego 3: El Siglo del Viento por Eduardo Galeano.
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