El otro día probé por primera vez el juego de mesa de creación española Café Race. Tengo que decir que la primera sensación que tuve al jugar al juego fue de déjà vu, pues la dinámica de movimiento del juego me recordaba un montón a la del parchís, pero era realmente la parte de los dados lo que le daban al juego su originalidad y equilibrio.
En el juego somos unos trabajadores que acabamos de subir por unos cafés, al final de juego gana el que antes regrese a su puesto de trabajo con la mayor cantidad de café.
Cada jugador tiene al principio del juego un conjunto de granos de café o croisants. Se tiran un conjunto de varios dados negros, y los jugadores deben apostar por pillar cada uno de esos dados. Se apuesta con otro dado, del color del jugador. El que más apueste se lleva el dado negro que escogió en un principio y el cual indica cuantas casillas se mueve. Para conseguir mover ese número de casillas sin que le caiga nada de café necesita conseguir una tirada con dos dados superior a la suma del dado negro que escogió y la apuesta que realizó con el dado de su color.
Eso más o menos es toda la dinámica del juego, lo único es que si dos jugadores caen en la misma casilla se produce una barrera o si caes en los descansillos, ahí no pierdes café -a no ser que tengas una barrera delante tuya-, esto es lo que daba esa sensación de déjà vu con el parchís.
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