Bueno, después de un viaje que duró casi 12 horas he llegado a Florencia. Realmente el viaje podía ser más corto, pero cuando lo reservé por Internet no me dí cuenta y pillé el más barato de todo, lo cual significaba que tenía que pasarme 5 horas en el aeropuerto de Barcelona. Dichas horas las aproveché dormitando por el hecho de haberme levantado a las cinco de la mañana. De todas formas me sirvió para oír esta interesante conversación de unas niñas que viajaban con sus padres que estaban tomando un café en una mesa cercana a la mía, dice una de las niñas: «Mira ese avión es bonito, bueno, a mi me gustan todos los aviones, son todos bonitos, pero el que más me gusta es ese que tiene dibujos de la disney, el que nos va a llevar a disneyland». Me pareció una reflexión profunda, aunque también puede tener que ver con mi total falta de sueño. Mientras esperaba, además de leer un libro y escuchar música me dediqué a hacerle alguna que otra foto a los aviones:
También había una exposición de maquetas de aviones, de las cuales sacé alguna que otra foto:
Más fotos de eso en mi cuenta de Flickr. El viaje de Barcelona a Pisa fue de una hora y media, y de esta vez, mi maleta llegó conmigo. Con respecto a la primera vez que vine a Florencia el viaje fue mucho más suave, ya conocía el sitio y realmente parecía como si fuese a pasar una temporada en una casa en la que veraneo todos los años. También me hizo gracia que varias personas me preguntasen como se compraban los billetes de tren para ir de Pisa a Florencia.
Cuando llegué a Florencia ya eran las 19:00, y casi de noche, me dirigí a casa donde me encontré con la hija de la casera que me dio las llaves de mi habitación y me presentó a mi única compañera de piso por el momento, de la cual ya me he olvidado su nombre, y dará lugar a alguna situación embarazosa, pero que le vamos a hacer, mi memoria usualmente me lleva a estas situaciones (esta en concreto no es la primera vez que me pasa). Después de deshacer la maleta y ordenar las cosas a mi gusto en la habitación, llegó la hora de ir a cenar, y que mejor que volver a probar una pizza italiana:
Hoy toca empezar a hacer la compra de las cosas básicas para supervivencia, aunque primero ya me he acercado a la facultad donde trabajo para volver a saludar a la gente que conocí el año pasado en una estancia similar. He tenido bastante suerte, me ha tocado un puesto con vistas a la campiña toscana, lo cual, con mi puesto en Santiago con vistas a un patio de luces pequeño y oscuro, la diferencia es más que sutil, aquí tenéis una foto para ver de lo que hablo:
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