Al estar muy habituado a leer libros occidentales, cada vez que me enfrento a un libro de un escritor oriental -japonés en este caso- encuentro cierta frescura en su forma de contar las cosas, cierta exotismo que hace que las cosas de la vida cotidiana que todos hacemos en cualquier parte del mundo, suene totalmente diferentes. No sé si fue este nuevo punto de vista para lo cotidiano lo que ha hecho que me encantase este libro, a pesar, según me han dicho, que no es el mejor de este autor -tendré que leer más de él, a pesar de que ya se me olvidó el título que me recomendaron.
Kafka en la Orilla es una historia que al principio parece una historia normal de relaciones difíciles pero que poco a poco va ganando elementos fantásticos. Es una historia de como un par de personas diferentes se enfrentan al destino, una intentando escapar de él, la otra agradeciendo que al final su vida sin sentido lo cobre. Kafka en la Orilla es una historia donde el destino intentará por todos los medios que todo vuelva a ser como debe ser…
De la contraportada
«A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar.» Kafka Tamura celebra su quince cumpleaños de un modo muy especial: trata de esquivar esa tempestad escapando de la casa donde vive con su padre, un reputado escultor que asegura que su hijo repetirá el sino de Edipo: matar a su Padre y casarse con su madre. Pero ¿puede alguien deshacerse de la sombra de una profecía? Con escaso equipaje y la carga del recuerdo cada vez más difuso de su madre y su hermana, que se marcharon de casa cuando él era muy pequeño, Kafka Tamura emprende viaje a Takamasu. Pronto encontrará cobijo en una biblioteca y en las palabras de la señora Saeki, la directora de ese lugar mágico al que, como propulsado por los émbolos del destino, también arribará Satoru Nakata, un sexagenario que de niño, durante la Segunda Guerra Mundial, fue víctima de un extraño suceso: durante una excursión en el bosque se desmayó sin motivo aparente, y como consecuencia de aquel episodio sufre unas secuelas en forma de cierta incapacidad mental, olvido de sí mismo y… el don de poderse comunicar con los gatos.
El eje espacio-temporal donde Kafka y Tamura coinciden posee una ligera sensación de irrealidad que acabará por cubrir cada uno de los actos de sus vidas, entreveradas ya en un solo destino que, como una simple tempestad de arena o la locura, no sólo no depende de la voluntad, sino que además puede cambiar de dirección en cualquier momento.
Otras entradas sobre este libro en este blog
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Más libros leídos este año en: Propósitos para el 2007 (I) – 50 Libros.
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